Mientras Jeff Zwart se prepara para disputar el próximo 30 de agosto la subida a Pikes Peak con el nuevo Porsche 935, el legendario cineasta relata cuánto le han cautivado la montaña de Colorado y los Porsche que ha conducido allí.
Hay pocas personas que se identifiquen más con Pikes Peak que Jeff Zwart. El cineasta y coleccionista de Porsche ha corrido la famosa carrera de la montaña de Colorado no 17 veces en una docena de diferentes 911. Hasta la fecha ha ganado en ocho ocasiones y ahora es entrenador para Porsche Motorsport en la categoría monomarca GT4 Clubsport.
Parece un desafío intimidante, pero Pikes Peak es como un segundo hogar para el relajado californiano.
De joven, se enamoró de la extraordinaria atmósfera de esta prueba cuando la cubría siendo fotógrafo.
El primer intento de Zwart en Pikes Peak fue a bordo de su Mazda de rallye, a finales de la década de los años 80. Fue proclamado ‘Debutante del Año’ y quedó inmediatamente enganchado. Tras algunos éxitos en los rally nacionales a bordo del recién estrenado 964 Carrera 4 con tracción total, Andial y Porsche Motorsport se acercaron a Zwart con la oferta de patrocinio para disputar Pikes Peak una vez más. Abandonó el motor atmosférico para adoptar uno turbo con 550 caballos de potencia del programa IMSA. “Subimos la montaña con ese auto y fue impresionante”, recordó. “Naturalmente queríamos hacerlo bien, ya que era un programa de Porsche. Ese año, terminé ganando la categoría Open Class. Así empezó todo”.
Zwart competiría con muchas variantes del 911 en numerosas categorías diferentes, explorando el potencial de los 911 puramente de serie junto con otros especiales para rally, muy preparados y afinados. Pero hace una década, cuando el recorrido de la subida empezó a ser asfaltado, surgió la oportunidad de abandonar los fundamentos del rally en favor de un auto de circuito: Zwart volvió en 2010 con un GT3 Cup. A pesar de que algunos sectores de la subida todavía eran de tierra, Zwart batió el récord de la categoría por 38 segundos.
El año siguiente, participó con un GT2 RS de calle, que condujo desde su casa en California, a 1.600 kilómetros. Aunque Zwart perdió la victoria en su clase por sólo dos segundos, ese año estableció un récord entre los autos de producción en serie. “Hacer la subida con algo de 620 caballos fue una verdadera revelación”, dijo Zwart. “Nunca había conducido con tanta potencia y subí hasta la cima como un loco”.
Tras ser testigo de las ventajas de un chasis de competición y de la avanzada tecnología de Porsche con los turbocompresores, Zwart decidió combinar ambos. Al año siguiente volvió con un GT3 Cup al que le habían añadido un turbocompresor. En el tercer intento, volvió a ganar su clase.
“El 911 es, en muchos sentidos, el auto ideal para Pikes Peak”, dijo Zwart. “Crecí conduciendo un 911, por supuesto, y son la base de todos mis autos de carreras. Entender la forma en que giran y se mueven debajo de ti, y tener todo ese peso sobre el eje trasero, es una verdadera ventaja en Pikes Peak”.
Este año, ese conocimiento del auto y del recorrido irá un paso más allá, ya que Zwart participa por primera vez con el nuevo Porsche 935. El auto es propiedad del coleccionista de Porsche Bob Ingram y correrá con la asistencia de Road Scholars, el restaurador especializado en Porsche, y será dirigido por el hijo de Ingram, Cam. Para Zwart, es un sueño hecho realidad.
“Cuando el 935 debutó en la Rennsport Reunion de 2018, naturalmente pensé que sería un gran auto para Pikes Peak porque tiene doble turbo y, por debajo, es básicamente un GT2 RS de serie, así que tiene la facilidad de conducción de un auto de carretera, lo que resulta importante en Pikes Peak, pero con un chasis de competición”, dijo Zwart.
Con el apoyo de Michelin y Mobil 1, Zwart se alineará en la nueva categoría ‘Time Attack’ que requiere autos de serie. Pero, como ha revelado una prueba inicial en Willow Springs (Estados Unidos) hace un par de semanas, esto dista mucho de ser un problema.
“El vehículo tiene tres cosas que nunca antes había experimentado en uno de carreras en Pikes Peak”, dijo Zwart. “Sólo dos pedales (porque lleva transmisión PDK), control de tracción y ABS. Pero se siente ligero y ágil, tanto el turbocompresor como el sistema de frenos ABS son increíbles. En la tercera vuelta estaba totalmente cómodo en el auto. Me sentía fantásticamente. Es, probablemente, el auto de carreras más accesible que he conducido en años”.
Todavía hay algunas incógnitas. La línea de salida en Pikes Peak está a más de 2 700 metros de altitud y las exigencias para el auto que causa eso son difíciles de reproducir en un circuito convencional. Ahora que la carretera de la subida está completamente pavimentada, también le afectan los cambios drásticos del clima.
“Es ciertamente un lugar que impone. En Pikes Peak, los pilotos raramente hacen trompos, siempre hay algo que golpear o donde caer. Pero, con los años, ha mejorado mi conocimiento del lugar. Es una montaña muy compleja de recorrer. Hay 156 giros y termina a unos 4.300 metros de altura. Con tanto que asimilar, siempre digo que no estás corriendo contra los otros pilotos, estás corriendo contra la carretera. Esa es la forma en que lo afronto. Agacho la cabeza y no me preocupo demasiado por lo que hace la gente a mi alrededor”, finalizó Zwart.