El día después de la presentación de la 40ª edición del Dakar, un momento propicio para encontrarse y compartir, se pone en marcha la gran maquinaria logística en Le Havre, con las verificaciones técnicas de los vehículos europeos, como preámbulo de su embarque en el Coco Shengshi rumbo a Lima.
Antanas Juknevicius, respondía entusiasmado al oír su número de carrera, el 3-2-1, primero en llamar a la puerta del hangar 122, donde están instalados los stands por los que debe pasar para cumplir las obligaciones reglamentarias. Una docena de comisarios deportivos estarán presentes para controlar la conformidad de los vehículos: 511, entre competidores y asistencia, a los que cabe añadir unos veinte vehículos de la organización y 78 vehículos de prensa.
La convocatoria se envió hace varias semana y algunos se lo han tomado muy en serio, desde el francés Romain Leloup que se ha acercado a rellenar su baúl (malle) “Original by Motul” hasta los convoyes Kamaz y Maz, que han venido desde Nabereschnyje Tschelny en Tartaristán, y desde Bielorrusia respectivamente.
Willem du Toit, ganador del Dakar Challenge sudafricano vino desde el hemisferio austral para recoger su vehículo holandés del B.A.S Dakar Team. La víspera de la gran cita los compañeros de ruta han tenido que improvisar un primer campamento, soñando con temperaturas algo más clementes en Lima y Pisco.
La mayoría de los vehículos europeos viajan ya hacia Perú, pero no es el caso de todos los aspirantes al título en la categoría coches. Los camiones de asistencia de Peugeot sí ocupa su lugar en el parque de espera, pero no los cuatro 3008 Maxi, que pilotarán Stéphane Peterhansel, Sébastien Loeb, Cyril Despres o Carlos Sainz, que viajarán en avión algo más adelante. Entre los outsiders, el nuevo buggy Mini de dos ruedas motrices salido de los talleres de X-Raid espera también paciente antes de ser confiado a Mikko Hirvonen, Bryce Menzies y Yazeed Al Rajhi. Por su parte, el Toyota Hilux de Nasser Al Attiyah, adversario principal de los Peugeot, también ha anunciado que partirá dentro de unas semanas, atravesando el Atlántico en avión. Sin embargo, al final, todos deberán medirse en tierra más o menos firme
